DEL HUMANISMO A LA DESHUMANIZACIÓN
Javier Orozco Alvarado
orozcoalvaradoj@yahoo.com.mx
Hoy me voy a referir a un tema que cada vez está más alejado de nuestra naturaleza; de una naturaleza humana que nos costó muchísimos años construir y que ahora se refleja en la descomposición de muchos de nuestros valores y en la deshumanización de nuestras sociedades. Valores como la compasión, la solidaridad, la generosidad, la gratitud la lealtad y el perdón se han ido perdiendo, dejando paso a la mentira, la avaricia, la ambición, la traición, la venganza, la insensibilidad y la crueldad.
Aunque el humanismo tiene su origen en el renacimiento, su pensamiento permeó el pensamiento de muchísimas generaciones a través de los siglos. Ya desde principios del siglo XVI escritores como Erasmo de Roterdam, mostraba en su libro de Elogio de la Locura una gran preocupación porque todos los hombres alcanzaran la felicidad plena. O que decir de Jean Jaques Rousseau, que a principios del siglo XVIII, en su libro sobre El Contrato Social se mostraba partidario de una sociedad en la que predominaran los valores éticos y el bien común; una sociedad donde los pobres no se vieran obligados a venderse a los ricos, donde todos los ciudadanos tuvieran asegurados los medios de subsistencia y el derecho a la libertad y la felicidad.
Heredero de los principios rousseauneanos, Carlos Marx, encabezó a mediados del siglo XIX un importante movimiento que busca la transformación del mundo, cuyo imperativo fuera más allá de las conveniencias individuales; una transformación no sólo ética sino un cambio social que le permita al hombre alcanzar la felicidad a través del desarrollo pleno de sus potencialidades.
Otros humanistas de nuestro pasado siglo XX, como José Ortega y Gasset, quien a principios de la década de 1920, en su libro sobre La rebelión de las masas, se lamentaba del poder de la demagogia, no sólo porque los demagogos se habían convertido en los grandes estranguladores de las grandes civilizaciones sino en los promotores de la degeneración intelectual. Humanistas como la Madre Teresa de Calcuta, o como tantas y tantos humanistas que han existido a través de la historia son los que necesitamos ahora en todo el mundo.
Un mundo en el que, como en nuestros país, proliferan el hambre, la miseria, la injusticia, la inequidad, el abuso y la represión; un mundo en el que nos siguen preocupando los embarazos prematuros, las mujeres abandonadas, los homicidios, los feminicidios, las desapariciones, los secuestros, el tráfico de órganos, las ejecuciones, etc., etc.
Si bien es cierto que la situación por la que estamos atravesando en nuestro país es consecuencia de la mala gestión política y asistencialista de los últimos dos sexenios, corresponde a los cuerpos legislativos y a los gobiernos actuales acelerar el paso para atender estos graves problemas que enfrenta nuestra sociedad. Hoy más que nunca necesitamos legisladores con elevado espíritu humanista; políticos que antepongan sus intereses personales en bien de la colectividad. Necesitamos una clase política más proactiva, más comprometida con las causas populares, más incluyente, más democrática, más transparente.
Necesitamos un cambio social, no sólo a partir de las múltiples reformas estructurales que están en marcha en nuestro país, sino de un cambio de nuestra cultura social, de mentalidad de quienes gobiernan y de quienes hacen las leyes. Volvamos a humanizarnos, volvamos a poner en práctica los valores esenciales del humanismo y acabemos desde nosotros mismos con esta grave deshumanización que nos está afectando a todos.