EL ACUERDO ASIA-PACÍFICO por Javier Orozco Alvarado
La gran noticia de esta semana es que después de cinco años, México, Estados Unidos, Canadá, Japón y otros ocho países de la región Asia-Pacífico, concluyeron las negociaciones para dar inicio a la creación de una amplia zona de libre comercio; algo así parecido al TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), pero de una mayor magnitud porque agrupa no sólo a los tres primeros países, sino a doce.
Esta iniciativa es vista por los analistas, al igual que el gobierno norteamericano, como una estrategia para enfrentar comercialmente a la Unión Europea y a China. Especialmente porque, con la ampliación de la Unión Económica y Monetaria Europea a partir de 1999, la denominada zona del Euro, que ahora agrupa a diez y nueve países, se ha convertido en una de las más grandes regiones económicas del mundo. Esta región, junto con China, significa una seria amenaza a la hegemonía comercial que mantienen Estados Unidos y Japón en el mundo.
En su frenética carrera por controlar la producción y el comercio mundial ambas regiones han seguido diversas estrategias, las cuales, como en el caso de Estados Unidos con el TLCAN, le ha permitido a ese país producir con bajos costos de mano de obra, con bajos precios de materias primas, petróleo barato y sin controles ambientales, en aras de mantener su productividad y competitividad en el mundo.
La realidad es que en este nuevo escenario, ahora bajo el Acuerdo Comercial Asia-Pacífico, México seguirá jugando el mismo papel que ha desempeñado bajo el TLCAN; un simple productor manufacturero de partes y componentes para las industrias norteamericanas y japonesas. De Chile y Perú aprovecharán su industria minera y sus recursos naturales.
El anterior experimento trilateral bajo el TLCAN, que lleva más de veinte años en funcionamiento, le permitió a los Estados Unidos mejorar significativamente sus niveles de productividad y competitividad en el mundo; digamos que pudo sobreponerse a la competencia que significaron la Comunidad Económica Europea y Japón durante las décadas de 1970 y 1980. Ahora, nuestro vecino rico pretende, bajo el Acuerdo Asia-Pacífico, repetir el experimento; pero ahora aliado con Japón, quien ve con preocupación el gigantesco crecimiento económico y comercial de China y el riesgo de ser desplazado de los mercados asiáticos y del mundo.
Lamentablemente, para nuestro país y para la mayoría de los mexicanos, este nuevo Acuerdo Comercial o Zona de Libre Comercio Transpacífica, no garantiza mejores resultados económicos ni un mejoramiento de nuestras condiciones de vida; al igual que no lo ha hecho por más de veinte años el TLCAN, pues en lugar de mejorar hemos empeorado.
Digamos que hasta ahora, las promesas del TLCAN de generar más empleo, mejores salarios, mayor crecimiento, mejor calidad de vida, etc., etc.; en fin, el mejor mundo posible, no ha llegado. Por el contrario, se ha profundizado la pobreza, la delincuencia, la falta de oportunidades de educación, el desempleo y la falta de crecimiento económico.
Mientras sigamos creyendo que los acuerdos comerciales, las exportaciones manufactureras y el petróleo nos sacarán de la pobreza, seguiremos retrocediendo, como le hemos hecho durante los últimos treinta años.
De qué nos sirven tener más de doce Acuerdos Comerciales con diversas regiones del mundo; tener más de 650 acuerdos bilaterales o cerca de 620 convenios multilaterales y preferencias arancelarias con otros 46 países; si el 80% de nuestro comercio exterior se realiza con los Estados Unidos.
Si bien es cierto que en la zona Asia-Pacífico se genera alrededor del 40% del comercio mundial y un ingreso anual de 223.000 millones de dólares; la realidad es que de los doce países que la integran, son los Estados Unidos los que acaparan más de una tercera parte de esta riqueza. Por eso, no cabe duda que nuestro país es y seguirá siendo sólo una simple comparsa en la guerra comercial que tendrán que enfrentar Estados Unidos y Japón en el siglo XXI ante el inminente crecimiento de otras zonas u otras grandes potencias económicas del mundo.
Jueves 8 de octubre de 2015