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La columna del Dr. Javier Orozco Alvarado

ASUNTOS PARA CELEBRAR


Javier Orozco Alvarado
Doctor en Economía Internacional y Desarrollo Económico.
Ex Rector del CUCOSTA. Vice-presidente de Estudios para el
Desarrollo de la Costa Norte de la Fundación  Colosio, Jalisco.
Este es un año de importantes y significativas celebraciones; se celebran los veinte años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), el natalicio (64 años) y el magnicidio del compañero Luis Donaldo Colosio.
Aunque no es muy grato recordar historias trágicas, las que hoy nos ocupan, éstas deben quedar bien claras en la memoria de todos los mexicanos.
Seguramente, algunos se preguntarán el por qué, quien escribe, forma parte de una Fundación que ideológicamente comparte los idearios y principios, no sólo de la revolución mexicana, sino también  los principios partidistas de una de las instituciones políticas más antiguas de México.
Para nadie es desconocido que en cualquier partido político existen hacia el interior diversas corrientes políticas que coexisten, que dan rumbo, dirección y fuerza para el logro de sus fines. Al igual que entre los partidos, estas corrientes dentro del partido, reconózcanlo o no, se ubican en el centro, la derecha, la ultraderecha,  la izquierda, la ultra izquierda, etc. etc. Claro que también, a partir de la nueva ideología del pensamiento único, hay quienes no saben  ni en qué corriente o partido militan.
Lo cierto es que quienes, en su momento, seguimos de cerca el pensamiento de Luis Donaldo Colosio, pudimos identificar claramente su vocación nacionalista y su preocupación por el avance  del neoliberalismo en el país. Seguramente, nadie desconoce una de sus más significativas frases de campaña, en la que se refería a que los gobiernos sólo se preocupaban por “mejorar los indicadores macroeconómicos y se olvidaban de la microeconomía”; que es donde había miseria, hambre y sed de justicia. Veía, como hoy, un México lastimado por la pobreza.
Muchos de sus colaboradores, compartía con Luis Donaldo Colosio el interés de hacer una seria revisión de los términos en que se negociaría el TLCAN, puesto que tanto su equipo de asesores  como muchos de los intelectuales progresistas del paí,s insistían en la necesidad de aplazar o rechazar la firma del Tratado.
De hecho, alrededor de estas fechas, pero en 1994 uno de sus más cercanos colaboradores estaba de visita es España impartiendo conferencias sobre la vocación “no reeleccionista” de los mexicanos; al tiempo que compartía la visión económica de Luis Donaldo con los que en esa época nos identificábamos por ser anti neoliberales  y que, en ese mismo año, estábamos por regresar a México después del doctorado.
Han transcurrido veinte años desde la entrada en vigor del TLCAN y no queda la menor duda de que este Tratado no ha significado para el país ningunas de las bondades que prometía.  No se han generado ni más empleos, ni mejores ingresos; no se ha reducido el número de pobres, pues ahora hay más; no se ha elevado la productividad del campo ni de las empresas, pues importamos más alimentos y nuestros empresarios están en crisis; no han llegado ni los créditos baratos ni la abundante Inversión Extranjera Directa que se esperaba, pues sólo han llegado capitales golondrinos y créditos caros.
La visión de Luis Donaldo era el trabajar por un país más justo, un México en el que hubiera oportunidades para todos, en el que los hogares, las empresas y los consumidores pudieran tener acceso a mejores condiciones productivas y de vida. Luis Donaldo no estaba equivocado, sabía lo que implicaba la firma de un Tratado en condiciones tan desventajosas como las que han existido desde su entrada en vigor.  Su equipo y sus seguidores, al igual que él mismo, no estaban equivocados; a mí, personalmente, me toco compartir con ellos esa visión, esa preocupación de firmar un acuerdo comercial para el que no estábamos preparados. Ese libre tránsito de mercancías y de capitales, es lo que ha traído como resultado el tráfico de estupefacientes y el lavado de dinero. Es lo que ha propiciado el incremento en  la fabricación y el cultivo de drogas, lejos de mejorar nuestra producción agropecuaria.
Hoy los mexicanos estamos pagando las consecuencias de nuestros errores; un error político, que significó el magnicidio de unos de nuestros pocos políticos nacionalistas y, un error económico, que está significando la quiebra de nuestra economía nacional, el desmantelamiento de nuestra sociedad y el desmoronamiento del Estado de Derecho.
Desde hace veinte años y, hasta la fecha, me sigo sintiendo honrado y comprometido, no sólo con esa visión nacionalista que caracteriza a la Fundación Colosio, sino con a todos aquellos colegas que nos toca trabajar en el terreno académico, técnico e ideológico para elevar el debate político, democratizar aún más nuestras instituciones y hacer las mejores propuestas de política para hacer de México un país más independiente, más justo y más democrático.

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