La Educación Privada En México
Importancia De La Educación Privada En México
Javier Orozco Alvarado
Doctor en Economía Internacional y Desarrollo Económico, Ex rector del CUC, actualmente Vicepresidente de Estudios para el Desarrollo de la Costa Norte de la Fundación Colosio, Jalisco
La reciente Reforma Educativa en México ha desatado en algunas regiones del país grandes movilizaciones de algunos sectores del magisterio, sobre todo, en aquellos relacionados con la educación básica. La realidad es que esta reforma obedece a los compromisos que asumieron, desde hace más de dos décadas ante la UNESCO, todos aquellos países que, como el nuestro, enfrentan enormes rezagos en cobertura universal y calidad educativa en todos sus niveles.
Si bien es cierto que las causas de nuestros bajos estándares de calidad educativas son polémicas y complejas, basta con observar la importancia que ha cobrado la educación privada en nuestros sistemas educativos básicos, a causa de la corrupción, la ineficiencia, la falta de planeación, la baja calidad y el insuficiente gasto en educación pública; pues de hecho, según estadísticas de la SEP, entre 2009-2010, el gasto privado en educación representó el 13.6 % en el nivel de preescolar, en primaria 43% y en secundaria 18.1% del total nacional.
Podremos no estar de acuerdo con estas reformas, por mantener una postura política opositora, pero el sistema educativo nacional necesita transformarse desde arriba para poder introducir innovaciones a nivel institucional y local (desde abajo). La realidad es que nuestro sistema educativo ha quedado obsoleto frente a los grandes cambios que se están dando a nivel mundial ante la compleja transición entre el siglo XX y el XXI.
Por ello, en nuestro país, la falta de oportunidades educativas para niñas, niños y jóvenes, así como la baja calidad de la educación, se ha traducido al cabo de unos años en falta de oportunidades laborales, delincuencia y deterioro de la calidad de vida de los mexicanos. Ya desde 1990, en la Cumbre Mundial de Jomtiem, Tailandia, se hacía énfasis de que en el mundo había más de cien millones de niños e incontables adultos que no lograban completar la escuela primaria y que de los más de cien millones de niños que no tenían acceso a la educación primaria, el 60% eran niñas.
En realidad, no entiendo el por qué a los mexicanos nos indigna más una reforma educativa para mejorar la calidad y la cobertura educativa, que el bajo gasto en educación o los resultados de las evaluaciones de nuestros educandos. Seguramente, nos sentimos satisfechos con ser un país de reprobados, según el último informe del sistema de Evaluación de Alumnos (PISA) de la OCDE; o con los resultados que arrojó la prueba ENLACE (Evaluación Nacional de Logros Académicos en Centros Escolares), en donde se muestra que el 78.1% de nuestros estudiante de Secundaria tienen un formación “Insuficiente y Elemental” en Matemáticas o que el 54.6% de los de Primaria tienen una formación Ética y Cívica “Insuficiente y Elemental”.
Los invito a indignarnos, no por lo que sucede con los maestros, que están en su derecho de exigir mejores condiciones salariales y laborales; sino por aquello que nosotros mismos no hacemos por la educación de nuestros hijos o porque no exigimos un mayor gasto en educación a nuestros gobiernos federal o estatal. Sin lugar a dudas, todos tenemos que hacer un esfuerzo, no sólo social o político, por mejorar nuestros estándares educativos en cobertura y calidad; pues los datos más recientes muestran que en materia de gasto en educación preescolar México ocupa el lugar 31 de 32 de entre países de la OCDE; el lugar 33 de 34 en educación primaria y el 32 de 34 en educación secundaria.
Los padres de familia también somos corresponsables de la educación de nuestros hijos; nos corresponde a nosotros inculcarles valores familiares, buenas costumbres, pero sobre todo, a ser buenos ciudadanos. Ellos harán lo que vean en nosotros; por ello nuestra obligación es ofrecerles una buena educación, una educación que esté orientada sobre principios humanistas y en nuestros propios ejemplos.
Por eso, comparto con la Doctora Martha Sánchez, que durante los primero años, debemos inculcarles valores como la generosidad, la obediencia, la honestidad, la confianza, el esfuerzo, el perdón, la compasión y la gratitud; pues estos valores son importantes para que el niño tome conciencia amorosa de su propia existencia y de la existencia de los demás.
En la segunda etapa de su vida, básicamente a partir de la educación primaria, los niños empiezan a ser conscientes de la importancia de relacionarse con los demás. Es por eso que, en esta etapa, se le deben inculcar valores tales como la importancia del respeto, de la amistad, la responsabilidad, la alegría, la perseverancia, la justicia, la paciencia y la honorabilidad.
Con estas buenas bases podemos estar seguros que, en las etapas posteriores de su educación, accederán a los conocimientos que les permitirán ser felices, exitosos, honestos, transparentes, sensibles y capaces para enfrentar las adversidades de la vida.